Fecha: 29 diciembre, 2024
El tordesillano decidió celebrar su treinta cumpleaños con un reto que puso a prueba su físico y su mente, recorriendo cuarenta kilómetros diarios para poder llegar a Santiago de Compostela y atesorando aprendizajes que lo han marcado en el trayecto.
Con el triatlón y el atletismo como base, el atleta Israel González lleva desde los quince años oscilando entre ambos deportes, una preparación que ha sido clave para el reto que este tordesillano se propuso con la llegada de los 30. Así, el joven puso rumbo a Santiago de Compostela después de lo que él califica como «una calentada», y lo hizo corriendo, una forma poco usual pero que, según explica, es lo que mejor se le da.
Durante un entrenamiento por las calles de Tordesillas, Israel se paró a pensar que uno de sus deseos para abrir la nueva década era «coger unos días para estar conmigo mismo». «Podía haber elegido la playa, pero opté por hacer el Camino de Santiago porque era una forma de cumplir dos deseos; el de desconectar y de hacer alguna locura corriendo». Nada más llegar a casa contactó con una empresa que le organizó todo el viaje -tanto las etapas, como los kilómetros a completar en cada una de ellas y los alojamientos- «y lo dejé ya pagado para no arrepentirme», comenta entre risas.
215 kilómetros, cinco etapas, y alrededor de cuarenta kilómetros diarios eran los que se interponían entre el atleta y su objetivo; un periplo que, en ocasiones, «ha sido muy duro». «Más que las distancias, lo más complicado era el terreno de caminos empedrados con subidas y bajadas -en total 4.500 metros de desnivel acumulado-, y eso hacía que correr más de seis horas al día fuese bastante complejo, ya que muscularmente te destroza, y como al día siguiente se repite la misma operación es imposible que el cuerpo llegue a recuperarse del todo», explica, revelando que, aunque en ningún momento pensó en tirar la toalla, sí que le vino a la mente la típica frase de «¿quién me mandará meterme en esto?».
Sin embargo, el afán por cumplir su meta lo hacía continuar cada día. «En los tramos con mayor dificultad aprovechaba para parar un poco, estirar y avanzar andando mientras me hidrataba y comía». Y es que la tarea nutritiva fue otro de los contratiempos a los que tuvo que enfrentarse Israel, quien aclara que durante estos días se alimentó de barritas y bebidas energéticas, «ya que las comidas copiosas no se asimilan bien corriendo».
Pero, a pesar de estos pequeños obstáculos, el atleta sostiene que este viaje ha estado lleno de aprendizaje para él, ya que le ha dado la oportunidad de valorar «pequeñas cosas de la vida diaria en las que no te paras a pensar». «En el trayecto me he dado cuenta de la suerte que tengo simplemente por hacer deporte, o incluso de tener piernas y haber podido hacer el Camino de Santiago a través de mi pasión, algo que no todo el mundo puede permitirse», apunta, y añade que, otra de las cosas que también le ha llenado ha sido «ver cómo la gente lo hace por distintos motivos: religiosos, espirituales o retos personales, pero ponen todo su empeño y esfuerzo en llegar hasta allí, independientemente de la edad, y eso tiene más mérito que hacerlo corriendo o haciendo el pino».
Cascos a todo volumen, y el sonido de la música o de algún podcast como única compañía, el tordesillano salía el último de los albergues y llegaba el primero al siguiente destino, directo casi siempre a descansar y reponer fuerzas, algo que apenas le dejaba tiempo para interactuar con el resto de andarines. Como algo anecdótico recuerda con cariño coincidir en varios tramos con una pareja que lo estaba haciendo en bici, llegando incluso a proponer entre bromas «el hacer una carrera a ver quién llegaba antes».
Pero al margen de esto, guarda en la memoria con placer su llegada a la plaza del Obradoiro. «Estaba lloviendo a mares y el suelo estaba encharcado, pero en cuanto llegué lo primero que hice fue sentarme contra una columna para descansar, sin creerme aún lo que había logrado».
Ya recuperado de los dolores musculares, y tras cumplir este reto, Israel no ha dudado en retomar los entrenamientos para encarar la nueva temporada, donde se propone trabajar para participar en competiciones de 5 y 10 kilómetros, e incluso una media maratón, pero sobre todo para hacerse con el Cross de Reyes de Tordesillas. «Siempre me he quedado a las puertas y con la preparación que el camino me ha dado y los entrenamientos, espero poder ganarlo, ya que me haría mucha más ilusión que otras pruebas más importantes», afirma.