Fecha: 7 agosto, 2025
Un grupo de amigos que surgió en el verano de 1972 celebra más de medio siglo de vivencias compartidas, guitarras, poesía y pasión por la vida en Tordesillas
Corría el verano de 1972 cuando un grupo de nueve jóvenes, movidos por la ilusión y la pasión por la música, decidieron unirse para formar algo más grande que ellos mismos; una hermandad con nombre propio. Con apenas unas camisetas, cartones pintados y una guitarra prestada, nacieron Los Cora-manos, un grupo que, cinco décadas después, continúa siendo símbolo de amistad, memoria y celebración.
Aquel verano estuvo marcado por los sonidos de Joan Manuel Serrat, Fórmula V y Tony Ronald. La emoción de un futuro por construir se mezclaba con tardes de ensayo improvisadas en cobertizos, donde con creatividad e ingenio preparaban sus presentaciones para las fiestas de la Peña. Fue allí donde surgió la idea del nombre que los acompañaría desde entonces, y que con los años se convertiría en un lazo inquebrantable. “No era un nombre serio, ni planeado. Pero fue quedando y acabó por gustarnos a todos”, recuerda uno de los integrantes originales.
Durante esos primeros años, Los Cora-manos no solo compartieron música, sino también poesía, pintura y una manera única de mirar el mundo. Las camisetas personalizadas, hechas con cartón y espray, fueron sus primeros uniformes. Su repertorio incluía desde ‘A Cántaros’ de Pablo Guerrero hasta clásicos del rock como ‘Exile on Main St.’ de The Rolling Stones, pasando por letras propias inspiradas en Miguel Hernández.
Más que un grupo; una familia
El tiempo pasó, las vidas cambiaron, pero Los Cora-manos siguieron reuniéndose. Con los años llegaron los hijos, los trabajos, las despedidas, y también las pérdidas. La más reciente, la de uno de sus miembros fundadores, les hizo reflexionar sobre lo vivido y valorar aún más lo que han construido.
Hoy, afirman, están mejor que nunca. No por nostalgia, sino por la certeza de que lo que han creado ha resistido la prueba del tiempo. A pesar de no ensayar con la misma frecuencia, cada encuentro sigue siendo una celebración de la vida compartida.
Las reuniones del grupo incluyen desde sesiones de fotografía con música de fondo hasta charlas interminables en cafés de la plaza Mayor. Allí, entre anécdotas y canciones, reviven las historias que los unieron y que siguen dando sentido a su nombre.
Preparando el aniversario
Con la vista puesta en el futuro, Los Cora-manos ya se preparan para un nuevo evento; su siguiente aniversario. Aunque el plan aún está en gestación, no descartan revivir aquellos ensayos llenos de risas y creatividad. “¿Quizá será un libro? ¿Una nueva canción? ¿Una exposición? No lo sabemos, pero seguro que será juntos”, concluyen.
Más allá del tiempo, de los caminos que cada uno ha tomado, Los Cora-manos demuestran que hay amistades que no envejecen, solo se afinan con los años. Su historia no es solo la de un grupo musical, sino la de una generación que decidió no dejar de soñar, cantar y celebrar.