Fecha: 21 octubre, 2024
El joven tordesillano realizó este recorrido en cinco etapas, desde Ponferrada hasta Santiago, corriendo más de 215 kilómetros con un desnivel total de 4.500 metros
De Tordesillas a Santiago de Compostela a la carrera. Aficionado a correr, la llegada de los treinta y esa cambio de cifra marcando una nueva etapa en su vida hizo que Israel Sharón González decidiera en agosto autorregalarse hacer el Camino de Santiago corriendo, un viaje que siempre le había llamado la atención pero que nunca llegaba a decidirse a hacer. Cuenta que, mientras entrenaba un día por Tordesillas, se le ocurrió que ya era el momento de llevarlo a cabo y que lo haría corriendo. «Esa misma semana cerré el viaje y preparé todo para ponerme en marcha».
De esta manera, Israel ha completado el recorrido en cinco etapas -desde Ponferrada hasta Santiago-, lo que ha supuesto un total de 215 kilómetros y 4.500 metros de desnivel acumulado. Según explica, ese desnivel constante ha sido la parte más dura, ya que «no había más de dos o tres kilómetros llanos de terreno firme y todo el tiempo eran subidas y bajadas por caminos donde se dificulta un poco más el coger un ritmo de carrera continuo», y añade que otro factor importante era la hidratación y la nutrición. «Al exigir al cuerpo durante tantas horas y varios días seguidos te obliga a ir bebiendo y comiendo durante toda la etapa. En mi caso tengo un estómago que asimila bastante bien comer y beber mientras corro, de otra manera no habría sido posible finalizar».
Constancia y tenacidad
En su caso, Israel relata que las cinco etapas no han sido todas de la misma distancia, si no que cada día hacía un kilometraje diferente. «La primera etapa fue de 53 kilómetros de Ponferrada a O Cebreiro; la segunda de O Cebreiro a Sarria de 38 kilómetros; la tercera de Sarria a Ventas de Narón de 35 kilómetros; la cuarta de Ventas de Narón a Salceda de 52 kilómetros y la última de Salceda a Santiago de 29 kilómetros». «Salía aproximadamente sobre las 9:30 horas de la mañana, porque en esas fechas y en esas zonas amanecía más tarde y con la niebla y la lluvia se dificulta bastante la visión. Llegaba sobre las tres o las cuatro de la tarde al siguiente hotel o albergue y por la tarde ya era dedicarme a tratar de recuperar lo máximo posible para el día siguiente a través de automasajes, cremas, pistolas de masaje y medias compresoras para intentar estar lo más fresco posible al día siguiente que siempre costaba arrancar a causa de la fatiga».
Y es que según apunta, este reto también ha tenido alguna que otra dificultad, pues al tercer día «empezaron a aparecer dolores en ciertas partes del cuadriceps y de los tobillos a causa del impacto y había que comenzar a tener cuidado ya que en esos momentos es donde es más fácil tener un esguince o alguna microrotura ya que era complicado mantener el cuerpo firme en las pisadas y en esos momentos en los que ya no controlas bien las zancadas es donde existe un peligro real de poder tener alguna lesión».
Sin embargo, la dureza del viaje no ha sido nada comparado con la satisfacción de completarlo, algo por lo que Israel recomiendo hacer el camino «sin ninguna duda». «Es una experiencia que me ha permitido estar unos días solo haciendo lo que más me gusta, y sin duda recomiendo que todas las personas se tomen unos días al año para si mismos y poder hacer lo que les guste ya sea deporte o cualquier otra cosa».
En cuanto a su reto en concreto -hacer el camino corriendo-, comenta entre risas que solo lo recomienda si se está preparado físicamente para ello, pero también mentalmente, ya que «no es fácil aguantar más de 25 horas corriendo en tan poco tiempo». En su caso señala que no realizó ningún tipo de preparación física, sino que los quince años que lleva corriendo lo han ido preparando para este momento «con garantías de no poner en riesgo la salud, pues no creo que físicamente sea algo que recomienden hacer los médicos».