Fecha: 12 abril, 2023

Este tordesillano es entrenador de galgos de campo y fue campeón de España en 2006

Con una sonrisa y un galgo que se llama Lola nos recibe Óscar dispuesto a introducirnos en el particular mundo de los galgueros. Además de ser entrenador de galgos, su sustento viene de la docencia y la dirección en el IES ‘Tierra de Campos’ en la localidad zamorana de Villalpando.

La conexión y el interés de Óscar con los galgos viene desde que él era pequeño, pero sin el prisma profesional que ha adquirido hoy en día. Su padre tenía galgos, aunque no era galguero como tal, pero sí los criaba. Se presentaban a competiciones, pero sin ningún entrenamiento específico, ya que antes los perros estaban siempre sueltos y en el campo, por lo que era fácil que estuvieran en forma, pero sin llegar a una preparación excelente.

Rodeado toda la vida de canes, inició sus estudios en Granada, concretamente en INEF, y nos cuenta que “ya cuando estaba en la carrera asociaba el temario que estaba dando con la preparación de los galgos”. A diferencia de otras potencias galgueras como Irlanda o Inglaterra, en España la profesionalización del entrenamiento galguero en aquella época era casi nula, por lo que se encontró ante un vacío de información.

Lejos de echarse atrás o desechar esa opción, comenzó a buscar información y artículos científicos en Reino Unido e Irlanda y aplicarlo en nuestro país. Comenzó a escribir artículos sobre técnicas beneficiosas para los perros, huyendo de la imitación que reinaba en las competiciones nacionales. “Antes había buenos profesionales, pero no utilizaban técnicas basadas en el método científico”. Es por ello por lo que se considera “pionero de la preparación del galgo en España”.

El entrenamiento de un galgo comienza desde que nace, o incluso antes, ya que, como señala Óscar, “Estas preparando un atleta, no un perro”. Y es que, estos animales con ayuda de su entrenador, buscan rendir al máximo nivel. “Incluso antes de nacer nosotros seleccionamos un padre y una madre que estén genéticamente dotados para el deporte que practicamos, aunque luego la genética es muy antojada”. Desde el día que nace el perro la crianza es crucial. Lo ideal es que se críen en sitios abiertos, donde se pueda mover mucho y tener mucho sol, además de una alimentación adecuada.

La formación en sí comienza a los cuatro meses, con una intensidad moderada en la que se prioriza la cantidad de horas en el campo. Óscar lo compara con el ser humano, ya que “un niño, si se cría en una habitación no va a poder llegar a convertirse en atleta”.

Según las virtudes del perro se le prepara para una competición u otra. De hecho, los perros que valen para liebre mecánica no valen para campo. Ni siquiera el origen de los perros es el mismo, nos explica el preparador, porque, en España, el galgo que se utiliza para campo es un híbrido entre el galgo inglés y el galgo español. “En España, hasta principios del siglo XX, hubo una raza de galgos que trajeron los persas y los egipcios. A partir del siglo XX se empezaron a instaurar las competiciones de galgos a nivel nacional, poniendo como norma que una carrera duraría 55 segundos. Los galgos españoles tenían mucha resistencia, pero eran muy lentos para esas carreras”. Los perros ingleses eran muy rápidos y los españoles hicieron la mezcla con el autóctono de la meseta, dando lugar al actual, aunque no se le considera raza como tal.

Estas variaciones en la raza son clave para la selección del perro. Si la carrera es de un esfuerzo muy explosivo pero corto –entre 27/28 segundos-, se busca una genética tendente a la inglesa, mientras que si la prueba exige resistencia -esfuerzo de un minuto-, el galgo español prevalecerá entre los concursantes. Además, Óscar señala que, “en campo, las hembras están mucho más dotadas que los machos. Por cada macho que gana el campeonato de España lo ganan diez hembras. Se han celebrado 85 ediciones del campeonato y hay 11 machos campeones”.

El vínculo que genera un preparador con sus pupilos es algo transcendental para el rendimiento en la carrera, y al ser preguntado por ello, nos aseguraba que, con los animales, es similar. De hecho, “está demostrado que, si un galgo está rindiendo bien y le cambias de propietario o donde vive, deja de rendir. Es porque son perros de un único amo. No saben querer a dos personas”.

Amor y respeto al galgo

Este amor incondicional contrasta mucho con la imagen tan extendida que existe en España con el abandono del este animal. Al preguntarle cómo le afectaba esto, Óscar no dudó en mostrar su rechazo a la gente que abandona los galgos, aunque también quiso matizar ciertos aspectos que para el público general quizás son desconocidos. “Dentro de los galgueros, el control es exhaustivo. Todos los galgos dentro de la Federación tienen una muestra de sangre en la Universidad Complutense de Madrid en un banco de ADN”, explica Hernández. “Así, si sufren un robo, que por desgracia es bastante habitual, aunque quiten el microchip siguen siendo galgos identificables. Estos robos suelen ser perpetrados por personas que quieren los perros para apuestas o carreras ilegales, y si no les sirve, lo abandonan”, lamenta el tordesillano.