Fecha: 10 junio, 2019
El próximo día 19 de junio el juicio entrará en su cuarta jornada, centrada en los informes de los forenses sobre las víctimas mortales y la casi veintena de lesionados
Un primo segundo del vecino de Tordesillas acusado de dos delitos de homicidio por imprudencia grave y de las lesiones sufridas por otras 18 personas, ocupantes de un remolque que volcó en septiembre de 2017 en las fiestas de la villa, también ha ratificado que el ocupante del banquillo «iba a una velocidad muy alta», desencadenante, a su juicio, del trágico siniestro.
El testigo, Luis B, como responsable de la Peña ‘El Infierno’, fue el que ‘contrató’ ese año al acusado como tractorista encargado de tirar del remolque que debía de trasladar a los peñistas hasta la iglesia de la Virgen de la Peña, en el marco de una tradición «de toda la vida» que los participantes realizan mediante dicho medio de transporte o bien con sus coches particulares o en camiones.
El acuerdo era darle una «propina» para costear el gasoil, ha precisado Luis B, cuya madre es prima carnal del encausado, relación familiar que, sin embargo, no ha impedido a Luis B. testificar en la línea de lo manifestado por todos los peñistas que iban esa tarde en el remolque y que pasaron «mucho miedo» porque su medio de locomoción empezó a circular a mucha velocidad al poco de recogerlos en la Plaza de San Pedro y salir en dirección a la ermita.
«En los badenes votábamos muchísimo y la gente iba aferrada a los laterales del remolque para evitar salir volando», ha recordado el representante de la peña ‘El Infierno’, quien, en declaraciones recogidas por Europa Press, ha asegurado que tanto él como otros de sus acompañantes comenzaron a gritar y hacer indicaciones para que el conductor aflojara la marcha. «Hice señas al copiloto, pero éste se encogió de hombros en señal de que ya se lo había dicho y no le hacía caso», ha añadido el testigo.
El declarante, al igual que otros testigos, ha confirmado que ya antes de entrar en la fatídica rotonda, donde volcó el remolque, pasaron por un paso de cebra a toda velocidad, con lo que unos peatones que estaban a punto de pasar se tuvieron que echar para atrás para evitar ser atropellados.
Lo que sí ha dejado también muy claro Luis B. es que los peñistas iban agarrados para no caer y en ningún momento iban brincando o bailando, en contra de lo declarado por el propio acusado, quien, pese a dar positivo en alcohol–0,64 miligramos por litro de aire espirado– atribuyó a dicha circunstancia el vuelco del remolque al colocarse todos en el lado derecho del arrastre.
“Como un loco”
En la misma línea, Jesús Miguel R, esposo de la mujer que falleció prácticamente en el acto en el siniestro, recuerda que el acusado pasó incluso por la puerta del cuartel de la Guardia Civil «como un loco» y que a mitad del trayecto él y otros ocupantes del remoloque ya manifestaron su intención de apearse en la primera ocasión que tuvieran.
«Entró en la rotonda a una velocidad terrorífica», recrimina Jesús Miguel R, quien lo siguiente que recuerda es que su mujer, que iba a su izquierda, salió despedida. Murió allí mismo dejando a dos hijos que siguen viviendo con su padre y que desde entonces reciben tratamiento psicológico.
Otra de los ocupantes, María Luisa R.M, quien por vez primera en su vida había optado por acudir a la ermita encima de un remolque, recuerda aquel trayecto con «pánico», el mismo que, como así apostilla, llevó a todos los ocupantes a pedir a gritos al conductor que aminorara la marcha, incluso su propio marido, quien, sin éxito, intentó dar golpes a la cabina del tractor con la cayada que llevaba. «¡Agarros fuerte que volcamos y este tío nos matas!», es la frase que María Luisa puso en boca de su marido.
«¡Salí despedida y al mirar para atrás vi a un montón de gente tirada en el suelo y pensé que estaban todos muertos. Los primeros minutos fueron horribles!», ha concluido la testigo sin poder reprimir el llanto.
El próximo día 19 de junio el juicio entrará en su cuarta jornada, centrada en los informes de los forenses sobre las víctimas mortales y la casi veintena de lesionados.
Con carácter provisional, Fiscalía de Valladolid imputa al procesado un delito contra la seguridad vial (art. 379.2 del C.P)–conducción bajo los efectos del alcohol–en concurso con dos delitos de homicidio por imprudencia grave (art. 142.1) y dieciocho delitos de lesiones por imprudencia grave.
En concepto de pena, el acusador público interesa una condena de cuatro años de cárcel, la máxima contemplada, y la privación de carné de conducir por espacio de seis años, así como el pago, en concepto de responsabilidad civil, de indemnizaciones para los familiares de las dos víctimas mortales que globalmente superan los 270.000 euros, con responsabilidad civil directa de Mapfre, al margen del resto de indemnizaciones para la casi veintena de lesionados.
Por su parte, el letrado de Pablo S.B. y su esposa, Karina C.F, el primero fallecido tras el siniestro y la segunda herida en el mismo, solicita para el conductor cinco años de prisión por un delito de homicidio imprudente con empleo de vehículo de motor, otro de lesiones imprudente y un tercero de conducción temeraria, a pesar de que una hipotética condena no podría exceder de los cuatro años.
Así, el acusador particular pide la retirada del permiso de conducir del investigado por espacio de doce años, junto con el pago de indemnizaciones en favor de la viuda y sus dos hijas que globalmente se elevan a casi 250.000 euros, con responsabilidad civil directa de la aseguradora Mapfre.
Otra de las acusaciones particulares, en representación de la mujer fallecida, pide cuatro años de privación de libertad, privación del carné por seis años y las correspondientes indemnizaciones que superan los 392.000 euros, mientras que las defensas del procesado y de la compañía Mapfre interesan un fallo absolutorio, en el caso de la aseguradora al observar la concurrencia de culpas.